el idiota sensible

El ser humano desea la inmortalidad, deseo que nace quizá del miedo o del egoismo, emociones producidas por la inexistencia: en sí, es una cuestión ontológica, télica. Tal vez ambas emociones afligen al hombre, pero aparte del paroxismo de miedo y de pavor, es un deseo necesario: intrínseco.

La tendencia hacia la reproducción de la especie es indicativa de esta necesidad. Aunque el individuo — este ser único y particular cuyo rôle es el de ser el motor de su grupo — no continúa, sus carácteristicas le trascienden.

Mas prefiero investigar, si puedo, no el deseo que nace del aspecto biológico sino aquel que nace del ser conciente y aturbido por el simple hecho de que algún día dejará de ser. Aunque creo en la biología, aparte de ser ateo y anticlerical (en un contexto históricamente cristiano sólamente), la biológica no me interesa porque va contra mi creyencia en la libre voluntad (aunque estoy totalmente en contra de este término, lo utilizo porque aunque en sí es un término que se contradice en el sentido definitorio, señala a idea y es conocido por todos; Voltaire describe perfectamente la contradicción del término).

Así como la lógica por necesidad sigue ciertas leyes que están afuera de su control, en el contexto humano la biología es un compendio de estas leyes que rigen el destino del hombre. Pero mi ser aún pretende creer en la libertad y prefiere ignorar un poco que todo obedece leyes externas y a la vez, quizá, eternas. Al decir esto, no es un admisión por mi parte de la existencia de Dios o un ser supremo.


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