completamente omnipresente

Te tengo en la mente; te pienso y en occasión, te siento. No es nada placentero, algo singularmente repulsivo. Existes sólo en imagen, en aquel ícono enigmatico y agotado; eres el edificio que pretende a rascacielos, mas es insignificante y su pantomina de manos estrechadas hacia lo subliminal se ensucia en el fango, en lo absurdo.

Te detestaría mas ni siquiera ese sentimiento prudeces en mí. No creo seguir odiándote; tanto tiempo ha pasado. Simplemente me afliges, de vez en cuando, en aquellos momentos … esos ‘momentos’. Tiemblo, sudo y luego me olvido.

Morirás. Moriré. Y será un final patético. Más no se puede esperar.


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