Hace tiempo que no publicaba un post acompañado de una imagen; quizá lo vuelva a hacer hoy. El plan de transliterar el sitio a quil.es parece haber perdido sino la fuerza, la claridad. En poco más de un mes cambiará mi apellido; a través de la magía de un guión me volveré Quiles-Bering. Unión entre lo latino y lo bárbaro, entre lo clásico y lo moderno.
Pero antes de todo ello, necesito superar la pequeña tristeza que no amaina y empezó a tomar pulso al inicio del actual interludio. Ya no soy aquel de 19 años lleno de sueños y una estupidez inmagínable; me creía todo y más. Y quizá ya no soy tan feliz como creo haberlo sido alguna vez.
Quizá mi emigración me ayude a revivir el optimismo que me asfixiaba. Ya no creo en Marx ni mucho menos en Platón; pero sí creo en Sócrates. Mi mundo ha dado una revolución de 360 grados.
Gracias Sócrates — te odiaba por ser exactamente como yo — pero sé ahora — oh bendita inspiración de Zèus páter — que alguien de tu calibre es esencial. Nos forzas a pensar y a analizar.
Oh Platón — ¡me has sorprendido! Pero te he descubierto antes de que fuese demasiado tarde, antes de que tu contaminación me infactase completamente. Y también he descubierto a tu discipulo-no-tan-discipulo. Aún os amo y aún os admiro aunque vuestra realidad es ahora más clara. Gracias por ser tan enigmáticos y fantásticos.
Y Marx, ya no eres el profeta que nos llevaría a la tierra prometida. Perdoname pero ideas hebreas están por debajo de mí — soy más positivo. No habrá fin del mundo sólo un resurgimiento. Mas no desesperes — todo fue bien-intencionado; eres un humanista en mis ojos y por ello te amo. Y ser humanista es mil veces mejor a ser mi héroe — es tener pasión y convicción.
Aún idolatro a Nietzsche, no sólo por su perspicacia, sino también por su honestidad — aquello que llamamos negatividad. Fue honesto y le perdono su elitismo — nadie es perfecto. Y mi admiración por aquella fantástica y casi divina y subleme abilidad de auto-criticarse, i.e., la abilidad de criticar a su sociedad, no tiene palabras. El hombre es un invento de su sociedad particular; gratas palabras de Aristótoles: el hombre sin el pólis es monstruo o dios. Toma fuerza la dicotomía del huevo y la gallina.
Me siento en rapto, como si me hubiese ganado algún premio y ahora agradezco a todos aquellos personajes míticos de mi madurez. ¡Les quiero! Y claro, hay muchos más, que de una forma u otra han ayudado a hacerme entender y mejorar como ser humano.
Pero, la felicidad que saco de todos ellos, i.e., sus ideas, no basta. Extraño horriblemente a Jesse. Pronto prenderemos un viaje más. La playa está a cinco minutos de donde viviré. Tendré que dejar a mis pequeñínes atrás — provisionalmente — mas me hará bien. Como dijo el historiador Gibson: el hombre se vuelve esclavo de sus posesiones. Necesito aprender a dejar ir. Lo material no importa; sólo los momentos de experiencia.
Quiero ir a Turquía y a Grecia y pisar la tierra de mis héroes. Quizá mañana.