Soy niño de desierto. Cuando viví en el Desierto de Sonora, afectó mi cáracter y al regresar a la costa, mi ego siempre dolió, siempre sentía la ansiedad de la alejania y deseaba regresar a la monotonía, a la constancia eternal del desierto. Uno de mis sueños es traversar un mar inmenso de cerros de arena, el solo intenso siendo mi guía, mi todo. Quiero oír el llanto que efecta el viento al soplar en el desierto … quiero sentirle sobre mi cara, besando la extremadura de mis cachetes y consigo llevando el calor, refrescándome.
¡Ven! ¡Ven! ¡Ven!
He amenecido con tristeza, con alegría. Siento mi rostro otra vez frente al mar. Ah ¡maldita felicidad! Siento la felicidad intensa que sentí cuando descubrí que “Camas de Hierbas” ocultaba una segunda canción, sólo tenía que esperar que terminasen unos cuantos minutos de supuesto silencio. Felicidad. Felicidad. Felicidad.
Y arrastraré mi cuerpo al mar y le tenderé frente al mar y luego brincaré y diré: “Aquí fue feliz igual que tú.”