libre

El tiempo se acelera y yo, ¿a caso me voy quedando atrás? Alguna vez, en aquel pasado cuya lejanía no es aún significante y, entonces, le rinde intimamente palpatible, soñaba con mudarme a Europa. El lugar exacto no importaba en sí y cuando llegase la oportunidad, entonces dedicaría unos segundos en decedirlo; no era netamente esencial – sólo la dirección gradual hacia el este.

Ahora, dos años después tengo la oportunidad. Mas voy descubriendo algo particular y desesperante.

Quiero hacer un paréntesis. No sé exactamente cual paso dar. Me veo perdido en un puzzle emocional; la confusión me atormenta.

Sé que dos meses pasarán y antes de que éstos se concluyan, deberé haber tomado una decisión: occidente; o oriente.

Es fácil hablar de todo esto en este instante porque la necesidad aún no se presenta con todo su vigor. No hay nada dictándome violentamente, fuertemente, “Honestamente, dime, ¿vendrás conmigo a Irlanda?” No hay un cálido aliento con algo de urgencia rozando mi cuello o unos brazos tomándome y apretando sin pudor. “Ven. Ven. Ven.”

Quiero regresar a California aunque el que fuí allá en gran parte ha muerto. Como dice el dicho: Partir – est mourir un peu. Lo leí en algún lugar, quizá el menos indicado. No sé. La vida es una absurdidad.

No sé. No sé, francamente, sólo que la guerra ha terminado y siento ganas de ir a mi nuevo hogar, cual sea éste. Amén. Y al final, tantos cambios me han dejado agotado. ¿A dónde falta correr?


Posted

in

by

Tags: