Después de media hora — quizá más — el bosque da paso a las montañas desnudas: totalmente descubiertas. Esta vez, meses tras mi última visita, se visten de un verde notable. Entre el bosque y el vacío hay una muralla de rocas — división artificial. Luego al instante aparece un edificio construido del mismo material sólo que parece ser de otro planeta.
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Cuando intento acercarme, deseando tomarle una foto, entonces decide llover. Continúa así sin cesar. Después de esperar 20 minutos, decido marcharme: vencido.
Aquí una foto de este curioso edificio llamado ‘La Casa de Hielo’.
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Definitivamente, las Montañas Mourne y la Muralla de Mourne valen la pena visitar, aunque corra el riesgo de que vuelva a llover. La tercera es la vencidad, dicen.