camino a cádiz

Quisiera expresar todo esto que estoy sintiendo, es poco, mas aún así se me dificulta convertirlo en algo comunicable. Hay mucho que hecho de menos, en especial a unas cuantas personas, aunque creo que miento al decir todo esto. Sí, hay personas que hecho de menos pero no es muy a menudo; sólo existe una sola persona que siempre extraño — sólo ella y nadie más.

Ya no le quiero, ya no le amo; sólo le extraño. Y creo que es un gran paso estar en este punto de sentimiento-no-profundo mas permanente.

Amar es algo peculiar, una condición típicamente humana y por dicha conexión, ello implica casi siempre la de la condición humana. ¿Y cuál es ella? El sufrimiento. Cristo establece su humanidad (sin dejar atrás su divinidad) al probar que él también sabe sufrir; ergo la pasión.

Había una época cuando sabía reír y sabía aparentar reír. Pero, en el transcurso de los años, todo esto va quedando atrás. Después de un guiño, quizá dos, parpadeo y todo se vuelve más claro. El mundo que ahora es mejor queda atrás — es esta realidad la cual le rinde mejor — y el mundo presente pierde su sabor. Todo esto no es mas que el cínismo del cambio humano, ese cambio que aflige a todo individuo: el envejecer.

Es un fenómeno fantástico y tiene que pasar; la naturaleza no crea nada superfluo.

A todo esto, sólo quiero decir sin que me quebrante la voz, estoy haciéndome viejo. El chico de 15 no vive más. Creo que jamás vivió.

Ahora volteo hacia la dirección que me otorga el azar. Estoy parado en el portal, nexo a un camino único y particular: el mío. He aprendido a desterrar el miedo, a aceptar que me corrompí y que perdí todo los valores morales e inmorales; soy amoral.

¿Qué desprende de mí? No sé. No creo que haya significado eterno y real; sólo lo temporal, lo provisional: ilusiones cognitivas.

Sábes, cuando escucho tú música siento cambiar, revertir al yo que siempre he sido; volver a lo que se califica de ‘esencia’. Y siento llenarme de ganas de vivir, de pensar y sobre todo, de escribir.

El loco tiene que escribir porque de esta manera minimiza su locura; el calor disipa y él puede descansar pero por sólo un instante. Mas este instante es tan grave que no se puede desperdiciar.

Cariño: yo pienso en ti. Soy un estúpido que creyó en el amor eterno. Pienso en ti, sé que tú no piensas en mí. Te dí las riendas de mi corazón, sútilmente, y las soltaste; mas mi pasión las tomó y me arrastran aún.

No te amo, quiero que lo sepas, sólo que pienso en ti. De vez en cuando. No es tan fácil esto de decir adiós a lo que fue mi perfecto amor. Y no finjo al decir que ya no te amo; pero sí te extraño.

Recuerdo la tierra mojada y el polvo echándose a volar. Ahora a dormir, quizá no un tirón como siempre deseé, mas un instante que me deje vacío, tan siquiera por un segundo, lo suficiente para poder seguir viviendo la vida.

Creo que mataré este yo que queda aún aquí como una reliquia. Sólo así podré vivir.


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