a Canadá

El viernes me piro. No sé por cuanto tiempo me vaya a ausentar; quizá 3 días o quizá 7.

Al mundo no le importa un centimo lo que hagamos o dejemos de hacer. Pero a la gente sí. La mayoría de las personas viven unas vidas tan trillantes, esqueletos febriles que sombra al sol no dan. Son substancia sin esencia, subjecto sin objeto, carne sin espíritu. Amén. Y sin nada mejor que hacer, se fijan en la vida ajena. ¡Por Dios! ¡Dejad de joder!

Si das de qué hablar, te castigan y a la vez, no paran de hablar de ti; claro, nada bueno ni positivo de ti sale de sus labios que se entorpecen de tanta mierda que inventan – nada concreto, nada verdadero sale de estas máquinas de la mitología. Si no das de qué hablar, al igual te castigan al no hablar de ti; y todos queremos estar en boca de todos.

¿Le visteis? ¡Qué cosas! No sé cómo se atrevió a salir, qué escandalo, ¡en serio¡ Qué furor, se cree toda un artista de Rock & Roll. ¡Joder!

En serio, estoy harto de este mundo. Todos ahora hablamos inglés. Yo, yo me refugio en el francés y lo poco que sé de griego. No quiero ser igual a los demás. Quizá es por ello que me imagino héroe y la vez victima de la vida. Sé que a ella no le importo un bledo, pero sueño lo contrario. Me hace feliz.

Además, ¿qué da la verdad? A ti no te importa, a nadie le importa. Y a mí, a mí me fastidia.

El otro día he padecido de la desesperación; de las puntillas de los dedos se ha escapado la esperanza. No le he podido alcanzar y al instante se ha hecho pedazos, pequeños trocitos de polvo.

Me propongo algo fantástico: escribir un ensayo de tres páginas. ¿Fantástico? Sí, será honesto y totalmente personal y en ellos se predica lo fantástico.

Me voy. Me voy y no te digo adiós. No vale la pena. Quiero reír porque una hija de puta ha dicho que soy un nudo al cuello, que siempre lo creyó y aunque no tiene sentido, no tiene validez esto que ha dicho de mí – ¿quién eres por el amor a Dios para hablar así de mí? yo me he puesto a llorar en la noche como el estúpido que soy pregúntandome entre lágrimas, «No soy mala persona, ¿verdad?» ¡ Qué ridiculo¡ ¡Qué absurdo!

Quise llamar a mi mamá y hacerle la misma pregunta. Oh, qué desesperación. Mas, he cogido el valor y el control y tras una cachetada emocional, la soberbia ha regresado.

Claro que no soy una mala persona. Lo he dicho: al mundo no le importo. Otra cosa es que me rodee de gente estúpida que no pueden digerir lo complejo y fantástico que puedo ser.

Y me muero de la risa ahora, ¿aún sigo dando de qué hablar? ¿Todavía dicen estupidez y media sobre mí en sus emails horrendos y insípidos? Va, seguiré actuando, que al parecer, lo hago bien.

En fin, no me voy a amargar. Inicia otra odisea. Tal vez me conecte a la Internet durante la ausencia; fotografías, claro, siempre. ¡Besos a mis fans! y para los amigos, felicidades y hasta pronto. Agur.


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