sobre mí

Siento una grande liberación de alma. Mi madre sabe todo lo referente a mí. Creo que es mejor así aunque no me ha gustado de la forma que todo se ha dado – no es así como me lo había imaginado. Sólo resta una cosa más por admitirle pero esto puede esperar – los detalles no son tan importantes como la idea. Mi auto-exilio va en marcha. Hoy fue un día de esos de gran felicidat, de gran libertat y entusiasmo. En todo, he sido guiado por mi corazón; soy preso a él. Algunos hombres se dan esclavos a la religión, algunos al vicio y yo como el hombre me he esclavizado.

Todo padre (generalizo) desea la felicidat de sus reflejos, de aquellos seres que continuarán su vida. En mis momentos de tristeza y depresión, soy humano; en mis momentos de felicidat y rapto, soy humano. El hombre no puede vivir sólo de pan y agua y al igual, yo no puedo vivir sin la felicidat ni la tristeza. Son compatibles. Se requieren, una de la otra.

Hoy me he sentido libre, he volado. Me he drogado con aquello que se llama el deseo de vivir. Temo y adoro al viento. Y hoy le he amado en totalidat. Me ha puesto a volar, me ha echado al aire. Ha hecho tanto viento que casi pierdo la camiseta. Mucho a sentir. Mi pelo flotando en toda dirección. He sentido libertat y paz. Y la felicidat que aborda todo al final.

Y al darme cuenta que voy quedando ciego poco a poco pero seguro, no me ha destruído la felicidat. Lo acepto y lo asimilo. Ya no recuerdo cómo es esto de ver sin anteojos. Tanta era mi emoción que nada me iba a derrocar. Dando vueltas y vueltas que creo casi caer del vértigo, riéndome como tonto. Ja ja ja. Me encanta el vértigo. Es tan rica la sensación especialmente cuando estoy hebrio y me dejo caer sobre la cama y me siento derritir en las sábanas.

Le explico a Mamá esto de mi situación. Le digo ‘Mira que yo de corazón soy griego’ y ella me dice, ‘Creí que eras poeta’ la confusión visible en su cara. ‘Mamá me desesperas.’ le digo inquieto y renegando. ‘Sales con cada cosa. Un día renuncias a la leche que porque causa cáncer; otro día renuncias al agua porque tiene no sé qué….’ me responde. Sonrío. Ja. ‘Mira … tengo la noción del amor que los griegos tenían. Es todo lo que intento decir. No sé cómo explicarlo. Perdón.’ ‘No te entiendo,’ me dice, se nota algo de dolor en sus ojos. ‘Basta con que me ames.’ Se ríe un poco. Yo me río también. Ay qué madre, ay qué hijo tan loco. Veo las arrugas que se forman, bordando sus ojos. Ya no es aquella que todos confundían con mi hermana mayor. Ella sólo es mi madre; no hay confusión. Sé que te voy a perder pero me quedarán los recuerdos antes de que yo me convierta en recuerdo también.

Tal vez otro día podré saber cómo explicarle de la forma que le amo a él, que pasa lo físico; amor de tonto. Bueno me piro a dormir. Qué la hora ha arrivado. Pero antes de irme, le dedico esta frase a aquellas dos personas que amo con mi corazón, mi mente, y mi instincto: “Antes de tres lunas volveré a por ti, antes que me eches de menos”.


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